La calle está abarrotada, y la lluvia como un visillo suave, cubre el espacio haciendo más tenue la luz del anochecer. No sé pasear, camino acelerada abriéndome paso entre la gente hasta chocar con unos ojos. Son los ojos de una mujer pequeña, delgada que permanece inmóvil al lado del semáforo en la esquina con la avenida. Lleva puesto un abrigo mal abrochado, dejando entrever en la parte superior un camisón.